domingo, 24 de marzo de 2013

"No existe un rebaño, sino una infinidad de ovejas negras".

Fuimos gotas en un mar que no cuajaba. Ovejas negras entre un rebaño sumiso. Fuimos la parte abstracta del imperioso realismo. Y no sé por qué hablo en pasado. Porque sé que, por mucho tiempo, lo seguiremos siendo (a menos que cambie la sociedad de manera radical).

Siempre pensaba que yo tenía gustos u aficiones “excéntricas para mi edad”. Solía leer, a menudo, escribir, reflexionar, leer el periódico o biografías de autores...Adoraba los recitales de poesía. Detestaba las fiestas, el ruido, las aglomeraciones, el alcohol...
Y pensaba, también, que era una persona que vivía “en otro mundo”. No me satisfacía la realidad, (la veía sólida y plana) víctima del bovarismo. Necesitaba, completarla, continuamente con la creatividad.
Y me sentía extraña por no seguir la senda de tantos y construir la mía propia. Rara por desviar mi camino hacia vías de los que, ni yo misma, conocía el final.
... A veces, cuando tenía conversaciones con ciertas personas, sentía que no me satisfacían. Que no encontraba nada en ellas. Y me dejaba flotar entre aquellas palabras...Pronto entendí que, lo que yo quería decir y escuchar, no tenía cabida en la mayoría de las personas.
Y yo me sentía, en ese aspecto mal. ¿Qué estaría haciendo para sentirme lejana al eco de la sociedad?. ¿Porqué me comportaba así?. Y aquello me llegó a atormentar...

Y, de pronto, este año, conocí a una personas que han sabido mostrarme que en la “diferencia radica la excelencia”. Unas personas con las que comparto la mayoría de mis gustos “excéntricos”. Aquellas con la que puedo ponerme a hablar de F.G.Lorca como si fuera un coetáneo o preguntarle, a Cris, por Dalí, como si éste viviese en la casa de al lado. Aquellas con la que puedo jactarme de las noticias de la actualidad y mantener debates profundos en un banco de la Universidad. Aquellas a las que puedo decirles sin ningún miedo: “Hagamos la ruta Hernandiana”. Aquellas que entienden la vida como un ente complejo que hay que desgranar. Aquellas con las que no paro de reír, porque me parece que hacen magia con las palabras. Y es que, con pocas personas, me río tanto. Ya que, solo una minoría, sabe hacer del mundo una carcajada.
Y ellas, son mis juristas. Las personas que me han demostrado que no es tan raro querer buscar respuestas a las preguntas que te plantea el mundo; aquellas que me han mostrado que, a veces, la realidad también las ha tornado frías y distantes. Aquellas que comparten que la actualidad es un espejo en el que nos debemos reflejar. Y, por supuesto, aquellas que me han hecho comprender , por primera vez, que no existen rebaños sino una infinidad de “ovejas negras”.
Gracias juristas!

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