viernes, 8 de marzo de 2013

Hola! Llevo algunos días sin actualizar el blog. Pero, no encuentro tiempo. Los exámenes, las sentencias y los trabajos se amontan en mi mesa de escritorio hasta usucapirla.
Pero, hoy, traigo un texto especial que le escribí, hace unos cuantos días, a una persona. A Cris. La conocí este año en la Universidad. Y hemos congeniado a la perfección. Somos dos amantes empedernidas de la literatura y la filosofía y, ambas, creemos en la magia del arte. Por ello, le escribí este pequeño relato. Ella es una "Daliniana" apasionada y yo, casualidades irónicas de la vida, una "Lorquiana" soñadora. Así que, bueno, lo dejo aquí para haceros creer que el arte sobrepasa a la lógica aunque no lo creamos.



Era una noche fría en Granada. Los olivos se agitaban hasta producir un pavor incesante. La Alhambra parecía realizar una especie de rezo a la noche. Y las últimas luciérnagas del estío jugueteaban en el oscuro cielo.

Por una estrecha callejuela andaban dos artistas. Sus pasos, más que nunca, dejaban una huella inconfundible sobre la grava.

-¿Nunca has creído en la magia?-preguntaba uno de ellos.

El otro se paró en medio de la acera. Llevaba en la mano un poemario de tapas rojizas. Pero, el manto de la noche, no dejaba percibir el título.

-Sí. Pero, es complicado. ¿Estás seguro de qué nos adelantaremos en el tiempo? ¿De qué ellas aparecerán aquí? No puedo creerte. Creo que, si solo te escuchase en esta vida y nunca te ignorase, viviría en una fantasía....

-No me vengas ahora con tus delirios de poeta! Vamos a conocerlas. Apareceremos en un café y ahí estarán. Será todo mágico. Cree en el futuro, ya que no lo haces en el pasado.

-Oh vamos! Ni si quiera he muerto aún y ya me transportas a un futuro incierto. El que tiene delirios de evidente grandeza eres tú.....

Se adentraron en un café. Una luz tenue acaparaba el local. Los sofás eran pequeños y estaban frente a unas mesas de madera más minúsculas aún si cabe. En la barra había un camarero, un tanto, desgarbado.

-¿Ya han llegado?-preguntó Dalí con efusividad.

-Por supuesto. Están en la última mesa. En la 18.

-Perdone a mi compañero, no sabe lo que dice....Ya sabes. El "gran Dalí", el genio que no cesa.

-No se excuse Lorca. Está vez ellas están aquí. Cristina y Alba desean conoceros.

 
Dalí cogió del brazo a Lorca y le regañó. Ya bastaba de vivir solo de la lírica o del arte. Debían también vivir de la incertidumbre; del misterio.

Se acercaron a una mesa donde esperaban dos chicas. Evidentemente, eran ellas. Dalí la reconoció por su pelo rubio y su boina de color gris. En su rostro esgrimió una sonrisa en defensa de las palabras de Lorca.

De pronto, comenzó a temblar. No sabía cómo referirse a ella.

 
Lorca quedaba, también, estupefacto. Ahí la tenía. A Alba. A aquella chica de cabello castaño y mirada huidiza. Casi no podía creerlo. ¿Cómo alguien que disfrutaría de sus poemas, años más tarde, podía estar, ahora, sentada frente a él?.

 
-Disculpad señoritas- Dalí, decidido, les tendió un beso a las dos.

-No me puedo creer que nada de esto suceda- dijo Alba, llevándose las manos a la boca.

-Mira. Al igual que Lorca. Tal para cual. ¿Y mi Cristina? ¿Qué opina?- Dalí se ajustó su bigote como quien lo hace con una corbata.

-Yo siempre creí en ti- contestó.

 
Se sentaron, frente a frente, con sus "maestros". Los años, y el tiempo, eran la única barrera que existía, ahora, entre ellos. La muerte se había alejado y solo reinaba la vida. La guerra civil y la crisis económica de la era contemporánea se habían disipado.

 
-Figueres es precioso. Tan grande como un rinoceronte. ¿No crees?- dijo Dalí refiriéndose a Cristina.

-Me encantó. Adoro tus obras, sobre todo, la simbología que ellas esconden....

-Era demasiado "inteligente" como para triunfar en la pintura. Me faltaba arte, o eso decían. Malditos.

-También escribías muy bien. Leí a Ian Gibson y....

-Oh! Ese hombre relató mi vida mejor que yo. Pero, no le crea. La verdad es mía y no suya. ¿Y qué planes tienes de futuro?- dijo Dalí mientras agarraba un trozo de pan con mermelada.

-Estudio Derecho y escribo....

-Dejemos a parte la labor jurídica. No está hecha para los soñadores. Los artistas nos sometemos a otras reglas. Y, ¿qué escribes?.

-Lo que siento.

-Entonces llegarás lejos. Aunque mi muerte este de por medio y me impida verlo.

 
Alba, al otro lado de la mesa, hablaba con Lorca.

 
-Tus poesías me transmiten algo mágico. Dolor pero, a la vez, esperanza.....No sabría como describirlo.

-La poesía nunca debe ser descrita, solo sentida. ¿Comprendes?-Lorca esbozó una sonrisa.

-Por supuesto. Siempre admiraré tu fuerza; tu grandeza. Van más allá, aún si cabe, de tu lírica.

-No sé la muerte que me espera. Pero, temo enfrentarme a ella. Solo quiero desaparecer en suelo granadino y con versos en mi mano. ¿Lo haré?-Lorca la miró fijamente.

-No puedo hablar del futuro....

-La guerra me da miedo, más aún que el adiós perpetuo....Por suerte, siempre nos quedan los sueños. ¿Cuál es el tuyo?.

-Adoro escribir. La poesía.

-En ese caso persiste. La mejor lírica y prosa es la que conlleva, tras de sí,  una lucha con una justa causa. Nunca lo olvides.

 
Dalí y Cris interrumpieron la conversación, sonrientes.

 
-Deberíamos marchar. El reloj está a punto de marcar las doce. Ójala pudiéramos situar aquí toda la eternidad....-dijo Dalí convencido de sus palabras.

-Y que los huesos nunca hubieran de resquebrajarse y yacer dormidos- continuó Lorca.


Cris y Alba comenzaron a despedirse. Quisieron notar, por última vez, aquel contacto superior a la mismísima lógica.

 
-Por cierto, queríamos deciros algo, antes. Nunca os rindáis. Solo hay algo que pueda hacer arrodillarse a la vida y es la muerte. Mientras tanto, dejar que todo se incline hacia vosotras. No tengáis miedo. Nosotros nunca temimos- añadió Lorca, mientras Cris y Alba abandonaban, poco a poco, aquel café.

Y así fue como ellos, también, se marcharon, evaporándose entre la niebla del tiempo. Teniendo constancia de que dejarían dos “grandes” huellas en la humanidad. Estaban seguros. Solo había que echar la vista atrás y verlas caminar hacia aquel futuro prometedor.

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